EL SIGLO XVII

 

 

EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES: EL INTENTO CENTRALIZADOR

“Los tres reinos de la Corona de Aragón llegaron a considerar por casi iguales entre sí en costumbres y fueros, así en el modo de gobernarse, en la grandeza de sus términos, en la condición de sus vasallos y también en la nobleza […]

¿Pues qué razón hay para que sean excluidos de ningún honor o privilegio de estos reinos, sino que gocen igualmente de los honores, oficios y confianzas que los nacidos en medio de Castilla y Andalucía […]?

No digo, Señor, que entre V.M. de golpe derogándolo todo; más convendrá que obrando poco a poco y con personas señaladas y conocidas, se vea romper este hilo, dejándose entender que V.M. con ser rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, Conde de Barcelona, sino que trabaje y piense con consejo mudado y secreto, por reducir estos reinos de que se compone España, al estilo y leyes de Castilla sin ninguna diferencia, que si V.M. lo alcanza, será el Príncipe más poderoso del mundo […].

Tres son señor, los caminos que a V.M. le pueden ofrecer.

El primero, señor, y el más dificultoso de conseguir (pero el mejor pudiendo ser) sería que V.M. favoreciese los de aquel reino, introduciéndolos en Castilla, con beneficios y blandura, los viniese a facilitar de tal modo, que viéndose casi naturalizados acá, por la admisión a los oficios y dignidades de Castilla, se olvidasen de aquellos privilegios, y se pudiese disponer con negociación tan conveniente y necesaria. […]

El tercer camino, el más eficaz, sería ir en persona como a visitar aquel reino, y hacer que se ocasione algún tumulto popular y grande  con este pretexto, como por nueva conquista asentar y disponer las leyes en conformidad con las de Castilla y así irla ejecutando con los otros reinos.”

Instrucciones que dio en 1625 el Conde-Duque a Felipe IV sobre el gobierno de España

 

 

LA CRISIS DE 1640: ALOCUCION DE CLARIS A LAS CORTES DE CATALUÑA

“Está Cataluña esclava de insolentes, nuestros pueblos como anfiteatros de sus espectáculos, nuestras haciendas despojo de su ambición, nuestros/ edificios materia de su ira; los caminos ya seguros por la industria de nuestras justicias, ahora se hallan nuevamente infestados; las casas de los nobles les sirven de fáciles hosterías, sus techos de oro y preciosas pinturas arden lastimosamente en sus hogares; mas ¿cómo tratarán con reverencia los palacios los que no se desdeñan de ser incendiarios de los templos? Pues avista de todas estas lástimas ¿hay quien pretenda ahora persuadirnos espacios, negociaciones, mansedumbres? Verdaderamente, el que corrige el fuego con delicadas varas, antes le ayuda que le castiga. Desde el año de veintiséis está nuestra provincia sirviendo de cuartel de soldados; pensamos que el de treinta y dos, con la presencia de nuestro príncipe, se mejorasen las cosas, y nos ha dejado en mayor confusión y tristeza; suspensa la república e indefensas las Cortes. Ya los medios suaves se acabaron: largos días rogamos, lloramos y escribimos; pero ni los ruegos hallaron clemencia, ni las lágrimas consuelo, ni respuesta las letras. Los hombres hicieron a los reyes, que no los reyes a los hombres; los hombres los hicieron hombres, porque si ellos mismos se hubieran hecho más altamente se fabricaran; claro está, pues siendo ellos en fin hombres, hechos por ellos y para ellos, algunos olvidados de su principio y de su fin, les parece que con la púrpura se han revestido otra naturaleza [...].

Decidme, si es verdad que en toda España son comunes las fatigas de este imperio, ¿cómo dudaremos que también sea común el desplacer de todas sus  provincias? Una debe ser la primera que se queje, y una la primera que rompa los lazos de la esclavitud; a ésta seguirán las más: Oh. ¡No os escuséis vosotros de la gloria de comenzar primero! Vizcaya y Portugal ya os han hecho señas, no es de creer callen ahora de satisfechos, sino de respetuosos; también su redención está a cargo de vuestra osadía. Arag6n, Valencia y Navarra bien es verdad que disimulan las voces, mas no los suspiros: Lloran tácitamente su ruina; y ¿quién duda que cuando parecen están más humildes estén más cerca de la desesperación? Castilla, soberbia y miserable, no logra un pequeño triunfo sin largas opresiones: preguntad a sus moradores si viven envidiosos de la acción que tenemos a nuestra libertad y defensa. Pues si esta consideración os promete aplauso y alianza de los reinos de España, no tengo por más difícil la de los auxiliares. ¿Dudáis del amparo de Francia siendo cosa indubitable? Decid: ¿de qué parte consideráis la duda? El pueblo, inclinado a vivir exento, bien favorecerá la opinión que sigue.”

(FRANCISCO MANUEL DE MELO, Historia de los movimientos y separación de Cataluña [...], escrita por Clemente Libertino, en San Vicente, año de 1645, I.III.30.)

 

 

 

La situación económica y social

 

“Las finanzas se hallan en tan deplorable estado que gran parte de la renta del país se pide adelantada a banqueros y prestamistas y se gasta antes de recaudarse. Y, sin embargo, el lujo y el derroche no se frenan…

Ninguna otra potencia del mundo tiene tantas oportunidades para el comercio… pero otras naciones se aprovechan de ello, por el descuido en que aquí se tiene la agricultura, la negligencia del Gobierno la desidia de todos los españoles.  […] La industria más floreciente de todas es la de las pañerías de Segovia, Cuenca y Sigüenza, pero sus productos son burdos, otros países abastecen a España con enormes cantidades. Los holandeses y los ingleses sacan de ella la lana en bruto.”

“El medio dado de que V.M. mande vedar sacar materiales podría ser dañoso si los extranjeros buscasen materiales de otras partes y los trajesen acá labrados: y así es único y sólo remedio de España vedar entrar en España ninguna mercadería labrada […]

La ociosidad, y la holgazanería, es vicio de los españoles bien conocido de extranjeros, y ellos […] traen todo lo necesario hecho, de modo que no hay ya en qué trabajar […]. A este intento se debe vedar sacar los materiales y entrar las mercaderías labradas, porque no entrando en España otras, ni teniendo los materiales otro gasto, se labren.”

S. de Moncada, Restauración política de España, 1619

“La causa de esta despoblación nace de las demasiadas cargas y tributos impuestos sobre los vasallos de V.M., los cuales, viendo que no los pueden soportar, es fuerza que hayan de desamparar sus hijos y mujeres y sus casas, por no morir de hambre en ellas, e irse a las tierras donde esperan poder sustentarse.”              Consejo de Castilla, 1618

 

 

LA GUERRA DE LOS 30 AÑOS

“[…] Si Francia ha de tomar algún territorio a la casa de Austria no puede ser más que por la parte de Flandes y Alemania, no sólo porque estos países son limítrofes sino porque cualquier éxito de su parte pone en seguida en peligro París […]

La adquisición de los Países Bajos nos garantizaría para siempre contra estos dos peligros. No se volverían a unir las fuerzas de nuestros enemigos, puesto que España no poseería nada por aquella parte y extendiendo nuestras fronteras hasta el Rin no tendríamos que temer nada del emperador.”

Instrucciones dictadas por el cardenal Mazarino, 1646

 

 

CARLOS II

“A la edad de nueve años todavía no podía ni leer ni escribir y, ya cumplidos los veinticinco, el nuncio papal no dudaba en afirmar que su cuerpo es tan débil como su mente […]. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia. Así, […] Carlos II fue incapaz de tener una política propia, ni de elegir o sostener a sus propios favoritos; vivió bajo una perpetua tutoría.

Las deficiencias del rey ocasionaron dos graves problemas: por un lado, […] cierta inestabilidad política interna, pues un rey débil era una invitación a las disputas partidistas y a la rivalidad por el poder entre los ministros. En segundo lugar, la mala salud crónica de Carlos II y su incapacidad para dejar un heredero constituyeron una fuente de continuos conflictos internacionales en torno a su sucesión, en los cuales la monarquía española se convirtió en botín de despojo de las potencias extranjeras.”

  1. Simón Tarres, “Los Austrias menores”, en Manual de historia de España, 1991

 

CAMBIO DEL EQUILIBRIO PENINSULAR: SE IMPONDRA LA PERIFERIA AL CENTRO

“¿No será también la decadencia una crisis de cambio de equilibrio? Del siglo XV al XVII las provincias centrales no sólo han desempeñado función directora, sino que han tenido una población y una producción superiores, un puesto dominante demográfica y económicamente. Esa concordancia entre la voluntad política del centro y su fuerza verdadera es un momento excepcional. Pero las debilidades geográficas y la herencia del pasado conducen, después de un triunfo brillante, a una caída que alcanza a todo el país, en tanto que las partes periféricas no han compensado los efectos de su decadencia del siglo XV. Por el contrario, dichas regiones (Cataluña, sobre todo) han sufrido menos de las causas generales de decadencia: emigración, alza de precios, «hidalguismo» en la sociedad, ruina por la burocracia y el impuesto, y tienden a heredar, desde finales del siglo XVI, sobre el eje Barcelona-Génova, la corriente de circulación monetaria Castilla-Flandes, interrumpida por la lucha contra Inglaterra y los Países Bajos. En el siglo XVIII se revelarán como las más aptas para renacer. Y así se establecerá un nuevo equilibrio, en que, hasta nuestros días, la demografía y la economía estarán en favor de la Iberia marítima. ¿Se encontrará una fórmula para asociar esta actividad dominante a la voluntad persistente de dirección que se manifestará en Madrid? Ese problema será uno de los más importantes para el nuevo período: la época de los problemas contemporáneos.”      Pierre Vilar, historiador